El jardín como terapia

El jardín como terapia

Para mi, y creo que para la mayoría de quienes gozan al aire libre, el jardín es mucho más que un espacio lindo o decorativo. Y es que la naturaleza tiene esa capacidad de hacernos sentir parte de algo más grande, al permitirnos participar de su proceso creativo.

 

Por eso me encanta que de un tiempo a esta parte las plantas se hayan puesto tan de moda, pero por otro lado creo que el desafío es que éstas, y la naturaleza en general, no sean vistas como un mero objeto decorativo, ¡sin duda son mucho más que eso!. Como nosotros los seres humanos, las plantas, y el jardín en general, tienen altos y bajos, mal que mal son seres vivos y no podemos pretender que estén siempre perfectas, para eso existen las plantas artificiales. Como dice Clara Billoch, paisajista argentina, "El jardín no es un living, es un espacio vital que no siempre está impecable".

 

Hay una frase de Monty Don (jardinero famosillo en Inglaterra) que me encanta, traducido al español dice algo así como "cada jardín es un trabajo en proceso, y está tan terminado y completo como lo están nuestras vidas". Como nosotros, los jardines pasan por distintas etapas y, esta es una opinión personal, creo que en general su estado es reflejo de cómo está nuestra vida interior, sobre todo para quienes jardineamos de manera más o menos constante.

 

Con esta inquietud en mente, quise averiguar un poco más acerca de los beneficios emocionales de la jardinería y conversé con la sicóloga de la Universidad Católica, Elisa Covarrubias (@elisacovpsicologa), ella me explicó que "todas las actividades manuales tienen la capacidad de disponer la mente para estar en el momento presente. El trabajo manual, la jardinería en este caso, requiere que pongamos la mente en la mano, o sea nos obliga a pensar en eso que estamos haciendo. En ese sentido se puede decir que la jardinería es una técnica meditativa, ya que nos conecta con los sentidos, con el aquí y el ahora".

 

Y la verdad es que en todas las culturas y religiones, el jardín y la naturaleza han sido sinónimo de bienestar y de felicidad, sobran ejemplos. Tanto en el cristianismo como judaísmo, el Jardín del Edén o el Paraíso es el lugar de destino para quienes quieren alcanzar la vida eterna. Por otro lado, en el Budismo se utilizan ampliamente figuras de la naturaleza como el río o el agua y los jardines zen son un ejemplo de esta inspiración. Por último, todos los claustros y monasterios contaban con un jardín y el trabajo de la tierra es considerada una actividad que nos comunica con Dios y nuestro ser interior.

 

Y es que parece que desde siempre los hombres hemos sentido la necesidad de estar en contacto con la tierra. Soy una convencida que somos parte de la naturaleza y es quizás nuestro distanciamiento de ella la raíz de muchos de nuestros problemas. Como dice el poeta estadounidense Gary Snyder, "La naturaleza no es un lugar para visitar. Es nuestro hogar".

 

Se considera que la jardinería como terapia nació formalmente en el siglo XIX. El doctor Benjamin Rush, quien fuera además uno de los "Founding Fathers" de los Estados Unidos, fue el primero en documentar los beneficios en la salud mental asociados al trabajo de la tierra. Luego en las décadas de 1940 y 1950, la horticultura fue ampliamente usada para la rehabilitación de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial.

 

Hoy en día, la Terapia Hortícola es una disciplina que se ejerce de manera profesional en diversos centros hospitalarios, centros de adultos mayores y de tratamiento de adicciones. Otra de sus ventajas es que tiene bastantes beneficios físicos asociados, ya que además del ejercicio, ayuda a equilibrar los ritmos circadianos, desarrollar los sentidos y el equilibrio. Es especialmente útil para tratar a personas con trastornos depresivos, adicciones y para la integración de adultos mayores a la comunidad.

 

"En estados emocionales ansiosos, depresivos o sentimientos que en general nos producen sensaciones de agobio, la jardinería es especialmente útil ya que, además de conectarnos con el aquí y el ahora, nos pone en contacto con la naturaleza. El hecho de ver los procesos y ser parte de ellos crea un vinculo y un sentimiento de ser útil a algo más grande que uno mismo, somos responsable por un ser vivo y eso en sí es muy terapéutico" enfatiza Elisa.

 

Espero haberlos convencido de los beneficios emocionales y espirituales de trabajar la tierra. En momentos en que el encierro puede tenernos medio depre o ansiosos, ¡

es especialmente útil!

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